Película

Comulgando en Misa de medianoche

Después de La maldición de Hill House y La maldición de Bly Manor, Mike Flanagan ha dejado momentáneamente sus adaptaciones libres de obras de otros, es decir, que se ha apartado de los guiones inspirados en, para crear uno original de cero en el que lleva pensando varios años. Esto es un dato a la vista de todos y que sencillo de demostrar: si nos remitimos a Hush y El juego de Gerald, en ellas aparece una novela con ese mismo título a modo de guiño interno que por fin ha salido a la luz como serie televisiva de Netflix. Al igual que todos los demás trabajos del cineasta, Misa de medianoche (Midnight Mass en el original) es de terror. En esta ocasión de terror religioso con tintes de Salem’s Lot, como el mismo autor ha comentado, ya que la persona que posiblemente le inspire más en el mundo es Stephen King, del que habla cada vez que tiene ocasión. Es curioso que el respeto entre ambos como artistas es mutuo, más allá de lo que pudiera ser guardar las formas por haber colaborado en un par de ocasiones (en la citada El juego de Gerald y en Doctor Sueño, que en palabras de mi marido, es la que debería llamarse El resplandor).

Misa de medianoche es una serie de televisión que consta de una temporada y de la que no tendría sentido que hubiera más porque queda cerrada salvo por un fleco que está dejado suelto adrede para que cada cual interprete lo que quiera como espectador. A lo largo de siete capítulos conoceremos cómo es la vida en un pequeño pueblo de una isla tranquila y apacible donde todo el mundo se tolera y respeta, aunque de vez en cuando hay alguna rencilla. La llegada del nuevo cura hará que esos roces sean más frecuentes, no por él de manera activa y muy pronto comenzaremos a ver cosas extrañas, turbias. Hay seres de la noche a los que no dudamos en nombrar de un modo muy específico e incluso su creador lo hace, pero no dentro de la serie, ahí jamás se utiliza la palabra que designa a esas criaturas que se alimentan de sangre y a las que no puede tocar el sol sin dañar o incluso matar si la exposición es intensa.

El estilo narrativo de Mike siempre tiene grandes monólogos, tanto en extensión como en relevancia. Es algo que a algunas personas les parece cargante, pero a mí me parece que lo hace de manera magistral. En esta serie es algo además que sucede, si cabe, más aún e incluso el de mayor carga emocional tanto por los personajes que lo tratan, como por el momento en que ocurre y el tema que tratan, nos sale cortado para que lo escuchemos después bien a su debido momento y me ha parecido muy intenso e interesante. Todo en la serie tiene su porqué y la puesta en escena es magnífica. Su cierre, magistral, me ha dejado con una sensación de calma. Después de esta serie solo buscaba un rato de silencio y, quizás, ponerla de nuevo para disfrutar por segunda vez de este cuento de terror tan fascinante. Todas las metáforas y paralelismos con el catolicismo están puestos de manera muy inteligente y astuta y dan varias visiones, pero sobre todo se refleja lo corruptos que pueden estar los corazones.

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