Apostando lo más preciado en El juego del calamar
Hace unas semanas alguien me habló de una serie que había visto hacía poco y que le había gustado mucho. No se acordaba de cómo se llamaba en ese momento, lo cual está justificado por razones ajenas a esta entrada del blog, y como no quería entrar en spoilers y además prefería que descubriera yo de qué trataba, lo único que me dijo en ese momento era que estaba en Netflix, era coreana y había gente con un chándal verde. Me quedé pensando y no me sonaba nada. Días después, me salió en destacados algo con esa descripción, todavía no se había desatado el boom y me dije: ostras, esta tiene que ser. Miré un poco la sinopsis, número de episodios y me la anoté en el listado mental de cosas por ver, luego seguí con mis cosas y para cuando ya era la serie de moda coincidió que yo también caí en la euforia de esta obra.
Comienza explicándosenos cuál es ese juego del calamar, en qué consiste, para después darse paso a los personajes principales, sus tramas y qué es lo que tienen en común como para que les recluten para unos extraños juegos clandestinos de supervivencia. Tiene una base como la de Cube, Battle Royale o Alice in Borderland, por citar algunos ejemplos de cosas en las que alguien se ve obligado a participar en algo para salvar el pellejo. Aun así, por más que recuerde a ellas, tiene su propia identidad y puede gustar más o menos que las citadas o cualquier otra que también merezca la pena con la que haya factores comunes.
Como es natural, el foco se pone sobre varios personajes, para que no solo estemos más entretenidos conociéndolos, sino para que sintamos algo cada vez que arriesguen su vida, para que no nos resulten indiferentes sus acciones y mucho menos su muerte en caso de darse. Cosa más que probable porque aunque hay una pauta de abandono (si se llega a un acuerdo de manera democrática mediante votación), se nos muestra ya desde el principio que incluso una vez fuera, prefieren regresar porque consideran que no son nadie, que son escoria en una sociedad capitalista en la que vales lo que tienes. Por ello, el premio económico con que se dota a la última persona en pie es tentador para quienes consideran que lo han perdido todo, menos la vida, que les tasan en una cifra con la que engordar la hucha para ese superviviente.
Los juegos de supervivencia son todos infantiles, aunque más que divertirse, sufrirán, porque quienes no ganen, pagarán con su vida. Así tenemos el escondite inglés (luz roja, luz verde) en el primer capítulo ya demostrando que esto no es un juego de niños, por más que pueda parecerlo. La intensidad es bastante alta cada vez que toca un desafío y hay un punto de inflexión llegados a cierta parte y luego un golpe de efecto que deja tocado al espectador. Muy bien todo, una jugada maestra en cuanto a ritmo, tramas y ejecución.
El juego del calamar (Squid game, 오징어 게임 Ojingeo Geim) es una serie que ha dirigido y escrito Hwang Dong-hyuk. Aunque ahora es un éxito mundial, el pobre hombre ha estado más de doce años luchando por ello, escribiendo y reescribiendo cosas para tener una película. Nadie quería producírsela y al final Netflix le tendió una mano si lo cambiaba para formato de serie, lo cual supuso un estrés añadido al creador. A nadie le gustaría estar en su piel, en el pellejo de alguien que ha estado sufriendo rechazos durante más de una década. ¿El éxito inesperado le resultará exacerbado al nivel de provocarle más presión de la necesaria en cuanto a escribir una segunda temporada o lanzarse a otros proyectos? Podría ser que ya esté sucediendo, porque sus últimas declaraciones son precisamente sobre que no quiere oír hablar de ello.