Escuchando los miedos de un gay adolescente en Con amor, Simon
Con la llegada de cierta extensión de uno de los servicios por streaming, tenemos disponible en España la serie Con amor, Victor o al menos sus primeros capítulos en lo que van poniéndonos el resto. El tema es que tenía ganas de ver esa serie de amoríos adolescentes, pero no recordaba muy bien lo narrado en Con amor, Simon. Me refiero a la película que está englobada en el mismo mundo, así que fue la excusa perfecta para ponerme manos a la obra con alguien que adora tanto o más las comedias románticas que yo.
Lo primero que me gustaría comentar es que Con amor, Simon nació como un libro. Lo escribió Becky Albertalli y se publicó en 2015. La adaptación de la película se estrenó tres años después y no sé hasta qué punto reflejará lo que la autora transmitió con sus palabras escritas, ya que no lo he leído, pero el tema es que está muy bien llevada y, por sí misma, es interesante y completa.
Este filme se centra en una etapa muy importante de Simon, la de la inseguridad sobre cuándo y cómo salir del armario, ya que cada vez siente más que es una necesidad hacerlo. Dar el paso no es sencillo por diversos factores, pero cuando en la página del instituto alguien firma una entrada anónima descubriéndose como homosexual, él ve la necesidad de contactar a esa persona en privado, también bajo pseudónimo. A partir de ese momento los dos se intercambiarán mensajes y se irán conociendo más y más, aunque no sepan quiénes son físicamente. Ambos comparten ese secreto. Son confidentes el uno del otro. Escribirse mensajes es lo que más calma y alegría les proporciona, porque son los únicos que saben cómo es su amigo en realidad. Cómo se muestran ante los demás es una máscara que no saben en qué momento se quitarán.
Además de conocer a Simon, sabremos cosas de su entorno más directo: familia cercana, mejores amigos… pero siempre desde el punto de qué relación tienen con él, que suponen para el protagonista, más que ver sus vidas o historias paralelas. Tenemos apenas cuatro detalles necesarios sobre ellos para que nos creemos la imagen de hasta qué punto son importantes o la manera en que se comportan con él para que nos hagamos a la idea de qué podría suceder cuando el adolescente dé el paso.
Puesto que algo lineal y sin conflicto sería aburrido, existe también ese personaje puntilloso con sus intereses egoístas que no tarda en aparecer para chantajear a Simon por haber descubierto lo suyo y ahí es donde entra el mensaje moralista. Cada persona queer necesita el tiempo que sea para asumir que lo es y mucho más para anunciárselo a los demás, en caso de querer hacerlo. Suele hablarse de una salida del armario, pero es algo que se da continuamente al considerarse, por defecto, que todo el mundo es heterosexual. Hay quien no tiene reparos en comunicarlo en ciertos círculos, quien los tiene siempre y a quien no le importa soltarlo a las primeras de cambio a cualquier persona nueva que conoce. Todos los casos son respetables. Lo que está mal es exigir a alguien que dé una información de sí mismo privada. Es de este tema del que más habla la película y lo más curioso es que justo a quien criticaba esas conductas de imponer a otros a hablar abiertamente de su orientación sexual, la forzaron a ello: la autora, Becky Albertally, se vio obligada a escribir un comunicado sobre su bisexualidad en redes sociales por insultos constantes que había recibido en los últimos años.
En conclusión, una película sobre relaciones humanas desde la perspectiva de una sociedad con la mente abierta en su inmensa mayoría.