Consumida por La maldición de Bly manor
De los creadores de La maldición de Hill House, llegó contenido nuevo de esta serie de terror exclusiva de Netflix en la que cada temporada supone una adaptación libre de una historia de terror literaria. Si bien la primera se basaba en el libro del mismo nombre de Shirley Jackson, ahora en La maldición de Bly manor lo que tenemos es una recreación de Otra vuelta de tuerca de Henry James.
La realización del guion ha corrido de la pluma de la misma persona que se encargó de tal labor en la anterior temporada, sin embargo, en su faceta de director ha dejado que otros colegas de profesión se encargaran de prácticamente todos los episodios por tener él otros compromisos y es que Mike Flanagan está en estos momentos con muchos proyectos entre manos. No obstante, puesto que el texto era suyo y ha seguido todo lo involucrado que la vida le ha permitido, su sello está presente y hay bastantes planos y detalles de trama similares a lo visto en Hill House.
Bly manor es una serie de terror en la que se nos invita a visitar una mansión encantada en un lugar remoto, tan macabro como tétrico, pero con su encanto pese a esa oscuridad y ese ambiente cargado de una amenaza indescriptible proveniente de un mundo intangible.
Los acontecimientos de la casa nos vienen relatados por un personaje que habitaba en ella y que nos cuenta aspectos y recuerdos desordenados y confusos. La maraña de niebla viene dada no sólo por la manipulación de los fantasmas, sino también de su propia mente defendiéndola de los terrores y traumas que antaño vivió.
Me atrevería a apuntar que no todo es lúgubre en Bly manor. Lo haría porque hay hueco para el amor (de entre todas las relaciones, la más bonita, inocente y natural es la de la niñera con la jardinera, es imposible no suspirar y desearles todo lo mejor juntas) pero el problema es que hasta el más puro viene contaminado por lo viciada que está la atmósfera. Al final, en mayor o menor medida, el dolor aparece alzándose victorioso, llenando de heridas y cortes a todos los personajes; dejando tan sólo unas rendijas por donde se cuela un resquicio de luz, para quienes sepan apreciarla y aún crean en lo bello que el mundo les puede proporcionar: estén vivos o muertos.
Me ha parecido sublime la narración, más aún que los sucesos. Perderme allí, desde la comodidad de mi casa ha sido una de las mejores decisiones que he podido tomar. Y lo volvería a hacer incluso si tuviera que distorsionar el tiempo para ello.