Doctor Who (Matt Smith, el undécimo Doctor)
Tras comentar mis impresiones con el noveno Doctor (Eccleston) y con el décimo (David Tennant) ahora que ya en casa nos hemos puesto al día con Doctor Who y aprovechando que justo hay parón al estarse grabando ahora la siguiente temporada y que esa contará con la llegada del duodécimo (Peter Capaldi), es el mejor momento para comentar lo que me ha parecido la saga de Matt Smith, es decir, del undécimo Doctor, ése al que Tennant pasó el relevo habiéndose despedido por todo lo grande al haberse protagonizado tantos momentos memorables y haber actuado de una manera tan sublime encarnando a ese Doctor tan, pero que tan molón.
Por primera vez, me han gustado mucho más los ayudantes que el propio Doctor. La historia de Amy y Rory ha abarcado prácticamente todos los capítulos en los que este Doctor ha estado ahí antes de su regeneración a Capaldi y de hecho la primera cara que vio fue la de Amy, una Amy de tan solo 7 años que estaba sorprendida por ver que un tío raro salía de una cabina azul, pero del que se enamoró platónica y perdidamente desde ese instante, quizás por los momentos de pedigüeño con la comida de este Doctor que decía desear una manzana y que la escupió con asco y que finalmente dio el visto bueno a unas natillas con barritas de pescado, un comistrajo con todas las de la ley de esos que yo misma sería capaz de hacerme si no fuera porque, en realidad, odio el pescado congelado.
La historia de River Song, de la que tuvimos unas pinceladas en un capítulo con Tennant, cobra vida en esta etapa y todos los misterios que hay alrededor de esta mujer tan cercana al Doctor y con una relación tan especial al mismo tiempo, se resuelven a poquitos, dejándonos cada uno de ellos flipando un poco más con los viajes, con la línea temporal de cada uno, con el cómo se cruzan y con lo peligrosas que pueden ser algunas organizaciones que hay en este cúmulo de universos que no dejan de cambiar tanto de lugar como de momento. Brechas temporales a tutiplen, millones de paradojas (que por lo general se solucionan solas, como dice el Doctor) y un montón de nuevas aventuras son lo que encontramos en la etapa de Matt Smith como Doctor y aunque su destornillador sónico no mole tanto ni se pegue esas carreras, sus momentos de «Gerónimo» y algunos de brillantez están muy bien, aunque su personalidad es demasiado tranquila y al contrario que sus anteriores encarnaciones, él se da por vencido y si no fuera por sus acompañantes, se habría quedado tirado en la cuneta a las primeras de cambio.
Aunque los Pond molan tanto como para que incluso se peleen por el apellido al no solo no estar dispuesta Amy a cambiar el suyo por casarse, sino que quiere que su Rory sea un Pond (y es lo que se merece por cómo es su relación), no son los únicos que ayudan al Doctor, ya que conoce a nuevos amigos y, además, al final tiene una nueva ayudante, su chica imposible, su Clara que me ha ganado totalmente desde el minuto uno y es que al principio de la etapa del undécimo, con el guionista nuevo que venía a cambio de Russell, es decir, con Moffat, daba la sensación de que quizás sus episodios individuales no eran tan chulos y que era todo una preparación para dejarnos con el culo roto a final de temporada haciendo que todo encajase, pero al final también entre medias había momentos épicos y al final, por méritos propios, se ha hecho con la máxima responsabilidad de la serie y es ahora el que maneja los hilos, haciendo que incluso haya vuelto el Doctor Guerrero, ése Doctor no numerado, pero que también era el Doctor aunque luchara con armas, porque se gastó regeneración en él y desde él salió Eccleston y, es que hasta le ha dado una vuelta de tuerca a todo en la película especial del 50 aniversario, en ese Day of the Doctor tan guay que he podido ver en 3D junto a Moi y de la que hemos disfrutado como enanos.
Como Neil Gaiman es un fan confeso (como buen británico) también se ha encargado del guión de un par guiones y ambos son muy buenos, uno sobre la Tardis y otro autoconclusivo en la época de Clara. Espero que el autor de The Sandman siga colaborando en el futuro, porque sus pequeños caramelitos, aunque alejados de la trama principal, molan mucho para tener viajes extras que nadie otro hubiera contado y que enriquecen también a Doctor Who, dos palabras que en las temporadas de Matt Smith se han repetido mucho y que en español sonaban como «¿Doctor… qué?» porque es la forma más acertada de traducirlo sin que pierda su sentido de misterio, eso que guarda el gran secreto del Doctor, su nombre, el que todos desconocen salvo, quizás, River Song.
Quedan muchas ganas de ver a Capaldi en acción, pero toca esperar y es uno de los mejores momentos para ir viendo a ratos la serie clásica por lo que me esperan nada menos que 26 temporadas por delante y, como diría el que es ya mi Doctor (se dice que todos tienen a uno) Allons-y.
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