En un cúmulo de Pequeñas coincidencias
Son años siguiendo a Javier Veiga. No me refiero a ninguna red social, ahí con lo poco activa que soy, ni siquiera sé decir a ciencia cierta a quién lo hago y a quién no. Sobre todo porque como muchas cosas llegan con tanta frecuencia a través de contactos que sí lo hacen, me resulta confuso. Con esa afirmación hago referencia, realmente, a sus trabajos. A cómo he visto varias películas, cortos e incluso una obra de teatro escrita, dirigida y protagonizada por él, o de cómo, en mi opinión, era el mejor presentador que ha tenido El club de la comedia en toda su andadura. Por ello cuando me enteré de que estaba tras una nueva serie de televisión, mi interés recayó de nuevo en ese nuevo proyecto que se estrenaría en la plataforma de vídeo de la gigantesca Amazon. Hablo de Pequeñas coincidencias.
Tan pronto como Pequeñas coincidencias salió por streaming, caí en sus redes y me ventilé la primera temporada en un pis-pas. Con la segunda, ya sabiendo a lo que me atenía, sucedió lo mismo. En caso de que se renueve para una tercera (cosa más que probable por lo abierta que finaliza), tengo más que claro que mi prioridad con ella volverá a ser lo más elevada que mi ajetreada vida me permita.
Pequeñas coincidencias es una comedia romántica que tira de varios clichés de varias películas y series con las que comparte género para, a su modo, hacer una parodia. Este recurso lo utiliza, sobre todo, en la segunda temporada que es donde se menciona a menudo el que la vida de los dos protagonistas pudiera estar sacada de una… o no hacerlo, según cómo se vean juntos dependiendo del momento y del grado de conflicto con el que nos encontremos.
El nombre que lleva por título se debe a cómo entre los protagonistas se dan una serie de coincidencias recurrentes, que si bien no son de gran tamaño, resultan muy relevantes en cuanto a la trama, pues trastocarán de manera continuada sus planes.
En cualquier caso, la serie trata sobre la relación entre Marta (Marta Hazas) y Javi (Javi Veiga) desde el lado de la ficción, haciendo que ambos, cada uno por su lado, esté como loco buscando a esa persona con la que tener descendencia, a poder ser, de manera biológica utilizando el método más tradicional de todos a la hora de que se produzca una inseminación.
La serie me parece fresca, divertida y actual. Sus personajes tienen todos algún puntazo que los hace especiales, aunque, por supuesto, los mejores son los protagonistas con sus obsesiones, rarezas y manera de hablar, yéndose de continuo por la tangente o armándolas pardas por una mezcla entre orgullo y falta de ganas de comunicar lo que realmente piensan.
No sé si es cierto aquello de que «más vale caer en gracia que ser gracioso», porque a mí, sin duda, Pequeñas coincidencias me ha caído en gracia, pero es que también me resulta una serie graciosa con sus dobles sentidos, su mala leche y, por qué no, con sus chistes blancos sin maldad.