Serie

Regreso a los 80 con Stranger Things

Logo de Stranger Things.

Hace un año aproximadamente que vi Stranger Things, pero como soy un desastre con patas™ y tenía el blog bastante abandonado, aún no había hablado de esta serie, ya que estaba con lo de los confines de Marvel y, si bien vi Luke Cage y Iron Fist, por alguna razón no me apetecía escribir sobre ellas (especialmente sobre la segunda que, a mi parecer, era bastante mala en comparación a las protagonizadas por los otros superhéroes). Ahora, tras actualizaciones varias e incluso estrenando un nuevo tema para el wordpress, vuelvo con un post sobre mi género predilecto: el terror.

La primera temporada de Stranger Things fue un auténtico boom en las redes sociales el verano pasado, parecía que todo el mundo estuviera suscrito a Netflix y viendo la misma serie de manera simultánea, viajando al pasado a esos años 80 que algunos no han vivido siquiera y que conocen por lo que otros les han contado o por otras obras audiovisuales o literarias. Los 80 son la época de los Gremlins, de Regreso al futuro, de Star Wars (aunque de eso continúa siéndolo ahora con estrenos aquí y allá), de Dentro del Laberinto o de tantas otras obras de culto. También el apogeo de las mejores obras de Stephen King es de esa década (y parte de la siguiente). Todo esto, a modo de referencias, aparece de un modo u otro en Stranger Things donde no sólo tenemos un pueblo con una ambientación ochentera en cuanto a atuendos de los habitantes, gustos, entorno, objetos o música, sino que hay todo tipo de guiños en forma de aspectos visuales o sonoros a esa época en la que por ejemplo nacieron ET o Poltergeist, otras dos cosas más a las que se homenajea brevemente en Stranger Things o como algunos pueden decir en español coloquial en una traducción libre que no existe de manera oficial: cosas raras, movidas extrañas.

En la primera temporada tenemos a unos niños muy espabilados y frikis que le dan una gran importancia a los cromos o a sus reuniones en las que echan la tarde con D&D (Dungeons and Dragons, Dragones y mazmorras) y todo iba bien hasta que empezaron a pasar cosas poco usuales. Para empezar desaparece uno de los chavales del grupo y después tenemos a una niña amnésica que no recuerda ni su propio nombre, a la que el protagonista decide apodar 11, sin ningún tipo de negativa por parte de esa misteriosa niña sobre la que iremos descubriendo cosas poco a poco.

La serie es una de esas pequeñas maravillas que uno no debe perderse, no solo por lo bien realizado que está todo el tema de la ambientación o por sus múltiples referencias a obras de la época en la que se dice que ocurre (1981), sino también porque sus diálogos y su guion son cremita. Ya desde la primera conversación que tienen los niños jugando al rol uno se queda prendado y en el caso mío y de mi marido, ambos exclamamos un: ostras, qué frikis. Completamente asombrados, para bien, ya desde ese mismo momento intuimos que Stranger Things iba a ser una de esas series que encandilan, de las que nos tienen completamente atrapados. No nos equivocábamos. Los poderes de 11, las relaciones entre todos los niños, el papel de Winona Rider… todo era de un genial que abrumaba con tanta fantasía, oscuridad, ruidos misteriosos, guerras infantiles entre los chicos del grupo protagonista y una pequeña banda de delincuentes infantiles del mismo curso que ellos…

Pronto se estrenará la segunda temporada, este mismo otoño, y si bien quedaba completamente cerrada la historia de Will y todos quedábamos contentos también con lo concerniente a 11, fijo que la vida de Mike y sus amigos vuelve a ser de lo más interesante y otra vez quedamos atrapados en la oscuridad, en la dimensión de la propia serie, lejos de nuestro plano, aunque prácticamente pudiéndolo tocar.

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