La vida, el universo y todo lo demás
El tercero de los libros de la popular saga de Douglas Adams por la que existe el día de la toalla (que dio paso en cierto modo al día del orgullo friki) es La vida, el universo y todo lo demás (Life, the Universe and everything) y en él siguen las aventuras de Arthur Dent, Ford Prefect y el resto de personajes conocidos a lo largo de La guía del autoestopista y de El restaurante del fin del mundo.
Esta serie de ciencia ficción es para partirse de risa, como he comentado al hablar un poco de los anteriores (poco, por aquello de evitar spoilers a quienes queráis leer los libros), pero si con uno he llorado de la risa y me han dado ataques enormes de tener que ir al baño a hacer pis, para volver al lugar de lectura y seguir doblada de las carcajadas, es precisamente con este tercer libro y es que son tantas las escenas memorables que en mi cabeza no hago más que pensar en que la BBC debería hacer una serie de acción real de La guía del autoestopista galáctico adaptando las novelas en condiciones y metiendo de nuevo a Martin Freeman como Arthur Dent, porque no solo en la película lo hacía de maravilla, sino que además por las descripciones suyas en las novelas, da el pego tanto que cada vez que se habla de este personaje yo veo a cara de ese actor, del mismo que mola tantísimo como John Watson en la serie de Sherlock.
Aunque sigue sin saberse cuál es la pregunta para «La vida, el universo y todo lo demás» que da como resultado 42, sí que se descubre algo importante al respecto y no es para menos teniendo como título del libro precisamente lo que se le dijo al superordenador que hizo ese cálculo tan complejo. Pero lo más importante y molón no es que siga habiendo incógnitas para los posteriores libros, sino que la narración sigue siendo igual de interesante, que sigue habiendo un montón de críticas, y sobre todo, que entre tantísimo humor (con bastante mala leche en muchos casos) se dan respuestas para algunas de las historietas relatadas en las anteriores novelas, incluso cuando pensábamos que algunas de ellas pertenecían simplemente a un episodio aislado como el del tarro de petunias. La importancia del cricket, las generaciones de una fiesta o la tristeza perenne de Marvin son otros de los temas tratados con gran acierto.
Una vez más, intentad darle prioridad a esta saga si la teníais entre vuestras lecturas pendientes y, de no ser así, no puedo más que volver a recomendarla desde mi blog, ya que no estoy tan encantada como antes, sino que aún lo estoy más porque es una joyita de la literatura contemporánea de la que es una lástima que tan solo exista edición de bolsillo y que no haya una que haga honor a su calidad.
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