Visitando el «Cementerio de animales»
El visionado de la adaptación de IT no solo supuso una regresión a mi adolescencia. El aletargamiento a medio fuelle finalizó con ello. Despertaron por completo las emociones encontradas a través de diversos libros de terror que habían caído por mis manos firmados por King, tanto con su nombre real como bajo pseudónimo. Vinieron a mi recuerdo los días y días inmersa en libros, buscando nuevos títulos que engullir en distintas estanterías de tiendas con mayor o menor renombre. Lo que sentí en ciertos pasajes, las películas que salvaba de la hoguera. Todo ello lo podría englobar en la era pre-IT. En ella no necesariamente, cronológicamente hablando, toda obra es anterior a la fecha de la proyección de la película, lo es, por supuesto, mi acercamiento.
Si no hubiera sido por IT, probablemente habría ignorado el estreno de Cementerio de animales (Pet Sematary en el original). Han sido meses de seguir cada tráiler, cada póster. No descontaba con una cuenta atrás el día del estreno, pero casi. Siempre había querido leer el libro, mas aún no lo había hecho. Conocía, sin embargo, detalles cruciales por informarme, escuchar a los demás e incluso curiosear por los confines de la red —quizás demasiado— en esa era mencionada en la que lo idóneo hubiera sido que me hubiera dedicado en cuerpo y alma a conocer los entresijos de esa historia con la novela en mis manos. Ojalá el mejor de los escenarios, eso que proyectamos como «lo ideal» se diera con mayor frecuencia.
El caso es que Cementerio de animales era una especie de cuenta pendiente. Es algo que se fue demorando y que terminé por saldar el pasado fin de semana por partida doble: visionado de la película y lectura del libro. Ya que me puse lo hice bien.
Cementerio de animales tiene una ambientación y premisa similares tanto en el largometraje como en la novela. En ambos casos vemos cómo la familia Creed —compuesta por padre, madre, niña, niño y gato— se muda a una nueva casa en Maine. Van desde Chicago a un pequeño pueblo sin apenas vecinos (con una sola casa además de la suya a la vista) y con un espeso bosque en el que hay un cementerio de animales y varios misterios ligados al duelo. El aislamiento y desconocimiento de la familia ya hace que nos pongamos un poco en situación, que estemos predispuestos para lo que esté por venir y que incluso, anticipemos, algo que, irremediablemente estaría por ocurrir. La visita al cementerio de animales y las charlas con el único vecino cerca no harán más que darle más fuerza a ese negativo pensamiento. Se nos dan pistas tan claras que ciertas cosas se vuelven previsibles —especialmente en la película—, pero eso no evita que al ocurrir nos sorprendamos o disfrutemos de todo lo que acompaña a eso que nos veíamos venir porque nos habían conducido a ello adrede.
Cómo sobrellevar una pérdida o pensar en si algo nos espera cuando nos llega el dulce abrazo de la muerte es en lo que se centra esta historia.
Los caminos llevados son diferentes. En ambos casos, por supuesto, tenemos elementos sobrenaturales, mitos ancestrales y personajes que creían que iban a ser felices con su nueva vida, pero que para su sorpresa -y desde luego no de espectadores ni lectores- no es así en absoluto. Fantasmas, apariciones y desequilibrios mentales harán gala por páginas y fotogramas.
El comportamiento y perfil de los personajes dista de libro a novela, la época también e incluso los hechos. No estamos ante algo radicalmente opuesto, la idea principal, el mensaje prevalece, pero hay tantos cambios que tenemos básicamente el Cementerio de animales original por un lado y por otro lo nacido del guion de Matt Greenberg y Jeff Buhler. Hacer una comparativa entre ambas, comentar todas esas diferencias, sería destripar las dos cosas. Solo diré que la película es correcta aunque el libro me ha gustado muchísimo más y no solo por profundizarse en los personajes y que esa historia me resultara mejor llevada y más atractiva, también porque no era confusa, cosa que sucede ligeramente al inicio del filme.
Si con algo debemos quedarnos es con lo que el propio rey del terror dijo de manera acertada: A veces, la muerte es mucho mejor.