Películas de Harry Potter
El blog dormía por un hechizo de sueño lanzado por Lord Voldemort, un hechicero muy ducho en las artes oscuras al que conocí hace unos meses cuando en casa nos decidimos a hacer una maratón de todas las películas de Harry Potter, a quien había mantenido al margen de mi vida hasta ese momento, desconociendo que podría pertenecer a un nuevo fandom y adorar tantísimo la casa de Griffindor, con su león y su fondo rojo, con sus integrantes y que incluso, alguien en un bando con una serpiente como emblema puede ser increíble.
Las ocho películas (una por cada libro, menos en el último que lo dividieron en dos filmes) me engancharon cosa mala, las aventuras en Hogwarts, los animales salvajes de Hagrid, la personalidad de los distintos personajes… pero sobre todo las puestas en escena, vestuario, fondos y todas las características ligadas a este formato, frente «al papel», me hacían adorar a Hermione y Snape, precisamente los papeles interpretados por los dos actores a los que conocía bien de muchas otras películas.
Hay quienes dicen que las películas de Harry Potter no valen nada, pero, como digo, a mí (y a mi amorcito) nos encantó ver cómo iban pasando de curso, qué nuevas amenazas había alrededor de Harry y hasta qué punto aquel que no debe ser nombrado acojonaba a los demás, debilitándolos haciendo uso del poder de la palabra, algo que también resultó ser importante, tiempo después en Dr. Who, aunque ahí lo viera primero.
Los caramelos de todos los sabores, los dementores, el padrino de Harry, los Dursley, etc. me han hecho muy feliz y han provocado que incluso ahora esté leyendo una saga por la que antes no me había sentido muy interesada, en parte por la pesadez ya extrema de la gente diciendo que debía acercarme a ella, casi obligándome a ello.