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Crónica breve del viaje por Milán

2015-04-24-Milano_Zelda-007

Queridos lectores del blog, cuando escribí sobre el concierto de Zelda, avisé de que, cuando fuera, habría también una entrada sobre la ciudad en sí, con una selección de fotos tomadas allí, así que hoy, es el momento de colgar esto, antes de que el pobrecito mío se quede dormidito y termine como mi WnFB o el bonito de relatos «Paraíso Alternativo», de los cuales nació, en cierto modo, mucho después, este espacio que espero (y deseo) que quede para la eternidad, pese a la baja (o nula) frecuencia de actualización.

Durante los días por Milán lo pasamos pipa y además de disfrutar de esa pedazo de orquesta en primera fila, también comimos cosas italianas deliciosas, como pizza, pasta, cotoletta (escalope a la milanesa, para entendernos), risotto de marisco o pannacotta. Aunque es evidente que si uno va a Italia va a ponerse hasta las orejas de sus platos típicos y en Milán había bastantes buenos restaurantes, aunque era todo algo caro comparado con lo que uno encuentra en Madrid y Barcelona.

La ciudad en sí no es muy grande, aunque ya una vez que uno viene de Tokyo, todo le parece pequeño, que siendo la más poblada del mundo, es normal (o natural, si sois castizos). A mí lo que me gustó, además del hecho de poderla recorrer de cabo a rabo en tranvía, son sus bonitos parques o la enorme cantidad de tiendas de videojuegos que había y de las que rescatamos un amiibo de Kirby y un par más de otros personajes chulos mega-agotados por estos lares. Insisto en lo del tranvía ya que amo ese medio de transporte, me parece genial, comodísimo y es algo que envidio de Barcelona, ya que en Madrid tan solo hay un tres en periferia y otro en el pueblo de Parla, pero ni uno por Madrid ciudad, con lo bonito y útil que sería poder ir en condiciones por según qué zonas que están siempre atestadas de tráfico. Es increíble lo bien que funcionan los tranvías en Milán, de verdad.

Sobre las cosas típicas que ve todo el mundo… para «La última cena» no había entradas en todo lo restante de 2015 desde hacía bastante, por lo que nos lo perdimos y además son tan jetas que te lo venden por narices con algún otro museo o libros o lo que sea. Il Duomo estaba en obras, por lo que mucho no vimos de él y además no se podía subir a la terraza. Pero todo lo de la zona vieja, pegada a il Duomo era precioso. Eso sí, lo de capital de la moda debe de decirse ya por inercia, por lo que en algún momento fue, ya que no se veía nada diferente a lo de por aquí, ni en la gente de por la calle ni en las tiendas ni nada y, de hecho, el imperio de Inditex estaba también ahí ocupando un montón de locales, que ni siquiera los romanos llegaron a expandirse tanto, aunque no vamos a entrar en detalles sobre lo que aportó uno y lo que aporta el otro, porque es obvio.

Como no quiero marear a nadie contando rollos, tan solo diré que si queréis ir alguna vez, cojáis alojamiento en el centro a ser posible (nuestro hotel estaba a dos pasos de Milano Centrale) ya que se agradece el estar rodeado de todo lo que uno pueda necesitar y sobre todo tener tantas opciones de transporte para ir a cualquier lado, que ahorras bien el tiempo a la hora de desplazarte.

Al igual que en el monólogo, me hubiera gustado haber borrado alguna cosa con una goma «Milán», como por ejemplo a cierta compañía con aviones incómodos y con un retraso que nos costó un taxi de vuelta y un cansancio descomunal para el día siguiente y lo peor es que no se puede escoger otra cosa cuando prácticamente tienen el monopolio entre España-Italia y, de paso, España-Francia.

Así pues, dentro fotitos:

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