Un dardo a la misoginia en el medievo con El duelo final
Hace poco estuve unos días de vacaciones en otra ciudad. Mi chico y yo decidimos pasar una velada relajada en un cine cercano al que no habíamos ido nunca y donde pretendemos volver cuando tengamos ocasión. La película escogida fue El último duelo, de la que no sabíamos nada a excepción de tres nombres involucrados, el de su director (Ridley Scott) y el de dos de sus guionistas (Ben Affleck y Matt Damon). Nos bastó con esa información para lanzarnos de cabeza. Anticipo ya algo: acertamos.
El último duelo es una película de género épico medieval que adapta una novela con título homónimo que a su vez está basada en hechos reales.
La historia está narrada desde varios puntos de vista, de manera que vemos algunos hechos repetidos con variaciones según quién nos los cuente. En cualquier caso, se nos traslada a finales del siglo XIV en Francia y conocemos a ciertos personajes clave para el hecho que se denuncia y alrededor del que está construida toda la trama y del que no voy a mencionar la palabra (por si alguien lo desconoce, que le pille por sorpresa, como sucedió conmigo). Desde el principio está llevada de un modo muy astuto y atrapa sobremanera. La ambientación es fantástica y la rigurosidad histórica con que se ha tratado también. La película no tiene poco metraje y, aun así, se pasa volando.
Más que una película de acción, es de conversaciones, de miradas y sobre todo de concienciación sobre los derechos humanos, sobre cómo llevan siglos cometiéndose injusticias por abuso de poder y por machismo. Tratar de derrocar lo instaurado no es sencillo, en absoluto, nunca lo ha sido, pero es necesario sacrificarse por lo que se considera justo, por alcanzar una igualdad real de oportunidades y derechos. Esto es lo que nos transmite la película desde el inicio cuando Jean de Carrouges reclama como propio y lo que, con asuntos de mayor índole, acentúa desde el personaje interpretado por Jodie Cormer, Margueritte.
Intensidad desde el primero de sus fotogramas con esa crítica social tan bien evidenciada. Todo un dardo contra la misoginia en pleno medievo.