Estacas con Buffy: cazavampiros
Recomendada por alguien con un gusto exquisito y que además me conoce muy bien, cayó Buffy, cazavampiros en su compañía. Nos ha llevado algún tiempo finalizarla porque la empezamos con ganas, pero llegados a un punto hubo problemas con el doblaje y la plataforma se tomó con calma eso de solucionar los problemas.
Buffy, cazavampiros es una serie de terror que consta de siete temporadas y de la que existen varios cómics a modo de continuación e historias paralelas. También existe un spinoff televisivo llamado Ángel que está centrado en un personaje bastante importante durante el arco del instituto, antes de que se cambie al que comprendería las vivencias del grupo como adultos; a excepción de uno de sus integrantes, que siempre lo fue.
La protagonista, Buffy, es una cazadora de vampiros (extendido este concepto a la idea de seres demoniacos en general) a la que le encantaría ser una chica normal, pero no puede porque es la elegida. Sobre todo al principio de la serie, cuando es una adolescente, se desvía del camino y dice no entender su cometido. Ve como un castigo aquello que le ha tocado y si no fuera por su Guardián y el apoyo de esos amigos a los que conoce en el instituto nuevo después de mudarse de otra ciudad por unos problemas, hubiera tirado la toalla y, posiblemente, todos habrían muerto en Sunnydale, la ficticia ciudad donde se sucede la acción y que se sitúa en California.
A finales de los 90 y principios de los 2000, que es de cuando es Buffy, cazavampiros, lo más habitual era que tuviéramos capítulos autoconclusivos dentro de un mismo mundo. En ocasiones incluso se cambiaban los perfiles de los personajes e incluso los actores eran otros. Esta serie, al contrario de la mayoría de las que se emitían por televisión en esa época en la que todavía no teníamos servicios por streaming ni un abanico tan grande de canales televisivos con parrillas a la carta y sin ataduras de horarios, tiene una trama que se va desarrollando a lo largo de toda la ficción.
El recorrido completo desde la primera vez que vemos a la cazadora hasta el último de los capítulos, tras 144 episodios, hace que tengamos la sensación de que esos personajes a los que conocemos y que tanto han evolucionado son casi reales. La verosimilitud de ese mundo creado de la nada y la complejidad de Buffy y su pandilla como seres independientes, cada uno con su voz y sus propiedades es algo que atrapa cada vez más. La oscuridad aumenta y los problemas son también cada vez más intensos, aunque siempre, como en toda obra buena que se precie, hay capítulos más distendidos para tomar aire o para que sirvan como alivio cómico después de la tensión, el romance y el drama.
En pleno 2021, con tanto por avanzar aún en cuanto a respeto por el prójimo y con una lucha constante feminista y del colectivo LGTB en la que cada cuesta dar cada pequeño paso con tantas trabas y hombres de cromañón dándonos porrazos, sorprende aún más que ya a finales de 1997, cuando apenas había ruido sobre estos temas, en Buffy se ponen de manifiesto mujeres fuertes e independientes y relaciones románticas diferentes a lo que siempre se nos mostraba en pantalla. Un pequeño puñetazo a la heteronorma nos vino con el personaje de Willow, abiertamente bisexual (tuvo relaciones con personas de más de un género y, por mucho que la tildasen de lesbiana sigue mostrando atracción por hombres) que es una bruja que se esfuerza por no ser invisible y ser la mejor en lo suyo. También tenemos una familia monomarental, a la que pertenece Buffy ya que su padre un buen día se fue a España y de él ya nunca más se supo, por lo que Joyce (su madre) es la que tiene que encargarse de todo. Hasta está Giles, un personaje que normalmente se atribuiría a señoras por su carácter de cuidador, pero que es de un hombre al que además podríamos denominar «solterón» y no desde el lado despectivo con que siempre se ha usado esa palabra, sino desde el informativo para esta entrada en el blog.
Buffy, cazavampiros no es para nada una serie típica en ningún sentido. Ni siquiera el cómo trata a los vampiros lo es. Sí, tienen que pedir permiso para entrar en domicilios. Por supuesto, se alimentan de sangre. Pero hay demasiados como para que cada uno tenga su trama, la mayoría no suponen peligro alguno y, sobre todo, los más importantes son bastante diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver. Lo que está claro es que la serie tiene una personalidad muy fuerte, casi tanto como esa cazadora que golpea y se mueve como una auténtica fuera de serie y a la que se le curan las heridas de una manera mucho más rápida que a cualquier otra persona.
Puede dar vértigo ponerse a ver ahora una serie tan larga. Yo solo digo que, como lo hagáis, seguramente no haya vuelta atrás. Es adictiva, intensa y lo tiene todo.