Libro

[Reseña] Nazaryann Escuela de Vampiros: Primer año

A finales del año pasado Niña Loba Editorial publicó Nazaryann Escuela de Vampiros: Primer año, un libro de Laura Mars que me llamaba enormemente la atención.  Entre unas cosas y otras, tuve que esperar un poco y para cuando me animé a comprarlo cogí y lo colé el primero en mi cada día más abultada pila de lecturas pendientes, eso a lo que los japoneses llaman tsundoku y de lo que soy la reina, o al menos una de ellas. El porqué lo hice no es algo que vaya a comentar hoy en esta entrada del blog, pero que después de leerlo no me arrepiento en absoluto sí deberíais saberlo.

Me parece curioso que se hable abiertamente de rechazo por cosas desde el desconocimiento, englobando así a multitud de obras que no tienen ninguna similitud más allá de tratar con un tipo de personaje. Como ejemplo tenemos las declaraciones que formulan aquellos a quien no le gustan los vampiros, basándose, quizás, tan sólo en la idea de lo grotesco y lo gore que suele asociarse por defecto con estas criaturas de la noche que portan grandes colmillos y se alimentan de sangre. Es posible que esas dos sean, en realidad, las únicas características comunes de estos seres.

En Nazaryann Escuela de Vampiros: Primer año tenemos un mundo en el que conviven humanos y vampiros en un mundo que se sustenta sobre un acuerdo sobre el respeto mutuo. Hay una gran cantidad de reglas pensadas para evitar los conflictos y que cada cual pueda llevar su vida de un modo tranquilo. Está todo tan normalizado en la historia que podemos encontrar vampiros en prácticamente cualquier lugar, ejerciendo  trabajos dispares junto con colegas humanos y también se venden cosas en las tiendas que pueden valer a ambas especies tanto en conjunto como por separado. El ejemplo más significativo de lo que va aparte y que justo da más valor añadido a considerarlo un hecho común más sería el de la comida. Así como hay alimentos variados para humanos, también los hay para vampiros y van presentados dentro de bricks de sangre de distintos tipos. Esto implica no sólo el que sea algo corriente en el mundo de ficción del libro, sino que le da una mayor personalidad y fuerza al hecho de que los vampiros reciban su alimento sin la necesidad de herir a ningún compañero humano. Es más, son estos los que la donan voluntariamente a través del programa que existe para tal fin.

El libro nos presenta varias líneas, frentes, conflictos y personajes muy ricos de los que querremos saber más porque no son pocas las incógnitas que van surgiendo. Todo está hilado de una manera tan metódica como efectiva por parte de la autora, que nos presenta dos personajes de rasgos similares y al mismo tiempo con un trasfondo completamente diferente. Por un lado tenemos a Ben, un adolescente que vivía en un pequeño pueblo donde había permanecido bastante aislado de vampiros y nunca había tenido demasiado interés en ellos. Él soñaba tan solo con convertirse en un gran detective. Ya en el primer capítulo vemos cómo termina en un callejón y termina convertido en esa criatura de afilados colmillos de la que apenas tenía información; cosa que le fastidia tan pronto como ve que ahora le hubiera resultado de enorme utilidad. Aunque, después de pasar por un hotel de transición para llevar un breve entrenamiento y adaptarse a su nueva forma, deberá acudir a una escuela de vampiros para cursar diversas asignaturas durante cuatro años. De manera paralela, unos capítulos más tarde se nos presenta a Natalie, la co-protagonista. Cuando la conocemos está a punto de cumplir quince años, la edad a la que su vida sería un infierno aún mayor que el que ha vivido toda su vida. Es gracias a ella que descubrimos que no todos los vampiros están de acuerdo con las leyes vampíricas, ese tratado de respeto a los humanos y que algunos consideran que ya que son más poderosos, deben demostrarlo. En el lugar en que ella vive, todos sus compañeros humanos (tanto amigos como familiares) están ahí para trabajar como esclavos del vampiro que, ilegalmente, los tiene ahí contra su voluntad. Por supuesto, él tampoco toma sangre donada. El nombre de este personaje, que será el villano  de la historia es Jackson y pertenece a la raza de los alas blancas, la más poderosa de las tres que existen: comunes, patas peludas y alas blancas. Se cuenta lo justo y necesario para que conozcamos cosas sobre esas razas y se hace hincapié en ello porque es relevante para la trama.

En esta primera novela (de las cuatro que se espera que sean a no ser que la autora se anime a escribir más cosas sobre este mundo tan maravilloso) hay bastante salseo, secretos y un ritmo más que bueno que hace que como lectores no queramos dejar de leer, especialmente cuando hay tantos personajes tan diferentes tanto en su forma de ser como incluso en su edad y experiencia en la vida. Podría ponerme a enumerar cómo me ha gustado la escuela por dentro, lo que me ha encantado el tema del vínculo establecido con los creadores, lo que adoro a los vampiros centenarios y un mogollón de cosas más que es mejor que descubráis leyéndolo por vuestra cuenta.

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